
A Dios no puedo amarlo, simplemente porque ni lo he visto ni lo conozco, la verdad que no son otros los motivos. Pero a la Madre naturaleza, a esta, SI, porque la vivo, la veo, la aprecio, la toco, la huelo, la siento, la palpo y sobre todo porque día a día la disfruto, y lo más grande de todo, me ha dado y me sigue dando la vida.
¡QUIEN NO AMA A LA MADRE NATURALEZA, NO SE QUIERE A SÍ MISMO!
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