«LA FIESTA TIENE QUE CONVIVIR CON OTRAS
PREOCUPACIONES»
Sus palabras son dichas con la cabeza y los pies sobre la
tierra. ¿Qué el Cordobés está Loco?, jajajajaja, ¡¡reíros, reíros!!
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Manuel Benítez llevaba un tiempo sin dar señales
de vida. Diversas circunstancias coyunturales próximas a la Fiesta en Córdoba
han servido como excusa para preguntarse dónde estaba el Quinto Califa.
Recluido en su entorno familiar y personal, se ha erigido como un observador de
la realidad que le rodea. Uno de los hombres de mayor éxito en la historia de
España, identificable en múltiples países de la tierra del toro y leyenda
viviente del legado taurino desde los años sesenta, es hoy un hombre sencillo que
sigue sacando provecho de las alegrías que le concede el destino. El Cordobés o
«El Benítez», como también se le llama, continúa ejerciendo con empatía su
condición de torero y de personaje público. Así, no rehuye hacerse fotos con
todo aquel que se lo demanda.
Su eterna sonrisa y su mirada pilla y bondadosa
continúan iluminando su rostro. Accede a la entrevista con la misma simpatía de
siempre en la corrida de toros realizada en una plaza portátil en la capital
donde su hijo salió a hombros. Antes de comenzar, regala un abrazo sano que
invita a preguntarle por cómo se siente a los 77 años. Cuestión a la que
responde con un simple «¡bien, cómo siempre!» y una sonora carcajada. Algo que
no es poco, sin duda. Cincuenta años atrás, después de tres temporadas como novillero,
un 25 de mayo se dispuso a hacer el paseíllo en el Coso de Los Tejares de la
capital cordobesa para emprender un camino como torero. El Córdobés pisó plaza
junto a Antonio Bienvenida y José María Montilla. «Palancar», de la ganadería
de Samuel Flores, fue la primera pareja de baile de una meteórica carrera.
Aquella tarde logró cuatro orejas y un rabo. Su trayectoria personal constituye
la banda sonora, la biografía, de uno de los toreros más grandes que ha dado el
toreo.
—A punto de cumplir sus bodas de oro, ¿qué
recuerda de aquella etapa, de sus inicios?
—Mire, viendo a mi hijo en una portátil, se me
viene a la cabeza que yo empecé, como quien dice, en una plaza así. Tengo un
recuerdo muy bueno. Fue muy bonito.
—¿Tanto está cambiando la Fiesta como para que se
tenga que instalar una portátil para torear?
—Ahora están las cosas muy complicadas. Y uno
tiene que seguir andando. Con esta medida, lo que se intenta es hacer afición
por parte de los empresarios. Es lo que nos ha tocado.
—¿Se puede decir que es como consecuencia de la
crisis?
—La crisis es general, está en todo. Hay
empresarios que hacen cosas con cariño. Todo tiene sus problemas y sus
batallas, no sólo el toreo.
—¿Cree que se levantará cabeza taurinamente
hablando?
—No (Silencio). No. No levanta, no, no. La Fiesta
ha llegado a un momento en el que tiene que convivir con otras preocupaciones.
La economía en el mundo está mal. La Fiesta taurina está mal. Con todo lo que
estamos viendo… ¿Qué ocurre? Que llega un momento en la vida en el que las familias
buscan dinero para los hijos, para el matrimonio, para seguir navegando. Para
existir.
—¿Entonces?
—Todo esto lo que puede llevar es a que la gente
vea o pueda ir a una corrida de toros, pero no busquemos más cosas. Lo primero
es poder navegar en nuestros hogares.
—Dicho así, ¿cree que hemos vivido en un mundo
irreal?
—No hemos vivido en un mundo irreal lo que creo
es que nos han engañado. Los que saben tanto en la vida nos han cogido a los
que no sabemos. No nos hemos dado cuenta de que hemos encarado un bache. En
cualquier caso, hay que intentar de ésta respetando a todo el mundo. A nadie
nos gusta lo que está sucediendo.
—Habla más de la vida que del toreo.
—Es que es un momento desagradable. No nos
merecemos lo que nos está ocurriendo. Todo el mundo ha ido apostando en la vida
por gatear y gatear y ahora ha llegado un momento que vamos para abajo. Yo
tampoco sé por qué estamos llegando hasta aquí.
—Igual, incluso, hasta demasiado antes de lo
previsto, ¿no?
—Demasiado rápido y sin gracia. Sin nada, sin
saber nada. Nadie nos dice nada de cómo está el mundo. Fíjese, yo, que desde
maletilla ya me conozco medio mundo, me pregunto que qué es lo que ocurre. En
parte pienso: «¡si peor que yo arranqué, no hay nada!» ¿Y ahora cómo está esto
así?
—¿Qué considera que debe de pasar para buscar una
solución?
—Tienen que salir ocho o diez monstruos que
comiencen a acabar con los moldes. El fútbol rompe por eso. En lo nuestro, el
toreo, tienen que salir también.
—¿Dónde se busca a esos monstruos que tienen que
levantar el toreo?
—Hay que empezar a dar novilladas. Lo que no
podemos pasar es de una plaza de primera y de segunda a ser un matador de
toros. Hay que seguir un protocolo. Esto es una escalera. Si nos quedamos ahí
atrás, ese intervalo que une una corriente con la otra se queda sin nada. Si no
se hace así, no tenemos defensa, no podemos sacar a nadie.
Fuente:
ABC
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